Los vestidos de flapper, sello distintivo de la indumentaria de los años veinte, se caracterizaban por su corte holgado, cinturas caídas y dobladillos hasta la rodilla, lo que permitía una amplitud de movimientos sin precedentes en la moda femenina. Adornados con lentejuelas, flecos y pedrería, estos vestidos captaban la exuberancia de la época.
Los patrones geométricos y las líneas elegantes del movimiento Art Déco no se limitaron sólo a la arquitectura y el diseño, sino que también fueron un elemento básico en los textiles de la época. Como diseñadora de vestuario, la integración de estos motivos en las prendas añade un auténtico estilo de los años 20 a cualquier colección de vestuario.
«En la década de 1920, la ropa de noche se transformó con la introducción de lujosos vestidos de noche de seda y terciopelo, con intrincados trabajos de pedrería y cinturas más bajas, perfectos para una velada glamorosa o un lujoso bar clandestino de la era de la prohibición, capturando el espíritu opulento y atrevido de la era del jazz. «
Los abrigos de mujer de la década de 1920 presentaban líneas limpias y formas simples, y el abrigo capullo se convirtió en una sensación de moda, ofreciendo un ajuste holgado y cómodo al mismo tiempo que rezumaba elegancia.
En los años veinte, la moda masculina adoptó un estilo más relajado pero elegante, alejándose de la rígida formalidad de décadas anteriores. El traje siguió siendo un básico, con chaquetas cada vez más cortas y pantalones con perneras más cómodas y ligeramente más anchas. Continúa la adopción generalizada del chaleco, que a menudo se lleva con una chaqueta de un solo pecho y una corbata más sencilla y recta.
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