Siglo XVIII
Siglo XVIII
El vestuario del siglo XVIII estaba marcado por la extravagancia y el refinamiento, los trajes barrocos, reflejo del estatus social y la riqueza.
En este periodo también se introdujeron la bata francesa y la bata inglesa, que definieron aún más la moda femenina con sus pliegues en la espalda y sus formas entalladas, mostrando el intrincado equilibrio de la época entre la moda como arte y como símbolo de jerarquía social.
El atuendo femenino exhibía opulentos vestidos con amplias jaretas, ceñidos corsés que realzaban la cintura y vestidos de escote adornados con encajes y bordados. Los peinados eran altos y estaban adornados con plumas o joyas. Los tejidos iban de la seda y el brocado al terciopelo, ricos en colorido y decoración.
La moda masculina se caracterizaba por largos abrigos, chalecos y calzones, con finas medias de seda y zapatos de tacón. Los puños de encaje, los corbatones y las pelucas elaboradas acentuaban la sofisticación.
El contraste de colores y el uso de materiales lujosos subrayan la riqueza y el estatus de su propietario original. El corbatón es de un color brillante y contrastado, probablemente seda, que añade un toque de vitalidad al conjunto. Este atuendo habría estado en la cúspide de la moda y habría sido una clara muestra de opulencia en su época.
En el siglo XVIII, las mujeres de los pueblos llevaban vestidos prácticos de lino, lana o algodón, a menudo con un delantal para trabajar y una cofia para protegerse al aire libre.
Los aldeanos del siglo XVIII vestían ropas funcionales y duraderas. Los hombres llevaban camisas y pantalones sencillos. Los tejidos habituales eran la lana, el lino y el algodón en colores naturales. Los zapatos de cuero, los sombreros de ala ancha y los accesorios mínimos, como cinturones y pañuelos, eran prácticos para la vida rural.
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